martes, 5 de junio de 2012

A la deriva, sorprende mucho más

El mar esconde enigmas y secretos que son difíciles de entender, pero para ello, tienes que tener una buena tripulación y un buen barco (y no hablo de un rico material), y sobre todo, saber que lo que te encuentres será algo que estaba escrito, que por eso lo tenías que encontrar.

¿Sabes? No te diré mi nombre ni quién soy, es algo que deberás descubrir. En la tripulación me llamaban Nerio, y este es un diminuto cabo suelto que me trae recuerdos con un dulce aroma a salitre, que esconde historias que recorren de arriba abajo en cada hueco de las tres cubiertas a bordo del pequeño y a la vez grande Nessum dorma.

 La sala de máquinas del barco dejó de funcionar y el jefe del departamento de dichas máquinas dio parte en seguida al capitán.

El capitán no se hizo a la idea de lo que podía pasar, pues perdieron las coordenadas hacia el destino marcado, pero no le supuso dolor de cabeza. Pensó que empezaría una gran aventura dentro de Nessum dorma. Y así fue...

La máquina, el motor, el corazón del barco, estaba potenciado para guiar y no perder el norte y el sur automáticamente, pero el capitán desde hace tiempo quiso plantear a la tripulación varias cuestiones que sabía que a más de uno le impactarían y a otros, simplemente les daría igual y se volverían locos por arreglar cuanto antes el mecanismo del motor del barco. Esta fue la gran ocasión.

Sé que te estás preguntando, cómo narices se llama el capitán... Pues claramente ya te lo estoy diciendo. Capitán y nada más, pues el nombre es lo menos importante. Me puedes llamar como quieras, y a él también, por ejemplo, lo importante es lo que te puedo llegar a hacer sentir, yo y mis botes a la deriva... La identificación personal está llena de carácteres y no lo ves.

-¡Alzad velas y a volar!- decía el capitán.

Empezó la gran jugada interesante, dejarse llevar a la deriva por aquellos vientos y seguir una estela de luz al atardecer que les guiase a donde debían llegar.

Puede que algún día siga contándote qué pasó, y que planteó el capitán. Tan solo me limitaré a decir, que empezó a ver que sin ese pequeño "automático" de la máquina del motor que le tenía controlado, el barco es mucho más interesante si va por propia voluntad a lugares que ni tú ni yo conocemos. Por cierto! Se me olvidaba, ¿sabes quién era Puccini? El capitán esconde el secreto del nombre del barco y tiene que ver con él.


P.M.C